El hombre no es un ser con dos patas que anda por ahí, habla (o grita) y come...no! Es una "persona" que piensa y siente, y como tal se caracteriza por una donación hacia los demás, es decir, que se entrega por otros sin esperar nada a cambio y es ahí donde plenamente es humano.
Muchas veces cuando queremos dejar una buena impresión o llamar la atención de alguien nos esmeramos en hacer grandes cosas cual superhéroes al rescate de la humanidad, o a complicarnos rebuscando qué hacer para quedar bien. Sin percatarnos de que hay mil formas de llegarle al corazón a alguien mostrándonos de manera transparente tal cual somos y con esa naturalidad haremos grandes cosas, producto de pararnos sobre la acera y ver hacia atrás el camino recorrido.
Una de las grandes cosas que me ha impactado en esos momentos donde me detengo lejos del tránsito vehicular, es todo el bien que podemos hacerle a alguien demostrándole nuestro apoyo, incluso sin estar físicamente, porque el ser humano no se reduce a lo sensitivo como los animales, sino a lo racional y que por esto es capaz de almacenar en su memoria los recuerdos de quienes lo quieren.
El estar consciente de eso es suficiente para sentir la presencia de esos seres queridos que se han ganado con "pequeñas" cosas nuestro corazón, y que con amor (arma infalible) han convertido en oro lo que estaba muerto. Gracias a cada una de esas personas cuyos gestos, palabras, mensajes, consejos, miradas, abrazos, sonrisas, lágrimas, me han motivado a pararme sobre la acera y darme cuenta de las maravillas que han hecho por mí.
Gracias infinitas a Dios por darme más de lo que merezco, a mis padres por amarme tanto, a mis hermanos por enseñarme tantas cosas, a mis amigos por ser parte de mi familia y a todos los que me han demostrado lo mucho que se puede hacer con esos detalles mínimos que cuestan tan poco, pero cómo añaden valor y dan una razón para seguir caminando sin prisa sobre la acera de la vida.