martes, 14 de octubre de 2008

Personas que marcan el camino

Me levanto a las 6 a.m., me lavo la cara y cepillo mis dientes. Comparto un café con mi familia, me visto, tomo el ascensor y me encuentro a la conserje, ya saliendo saludo a unos vecinos y comienzo a caminar. Con un gesto de sonrisa que significa agradecimiento me dirijo a la persona que me dio paso para cruzar la calle, doy los buenos días al subir al autobús y las gracias al conductor al darme el vuelto. Camino hacia mi trabajo y me consigo a una amiga que tenía tiempo sin ver, conversamos brevemente y nos despedimos, llego a la oficina y saludo a todos, ya en la computadora comienza el día y la conversación con quién sabe cuánta gente.

Sería imposible tener un dato exacto de la cantidad de personas con las cuales interactúo a diario, incluso creo que ésta es una de las acciones en las cuales importa más la calidad que la cantidad. Menos aún será posible tener la cuenta de todas las personas que conocemos a lo largo de nuestras vidas. Sin embargo, enfrentando al cuánto se encuentra el quiénes han marcado huella.

Una huella es una señal que deja un hombre o un animal por el lugar donde pasa. Pero cuando pienso en la huella que dejan algunas personas en nuestras vidas, más que una marca física, como una herida o representación de felicidad, es un sello imborrable que permanece en la memoria. Pero, ¿quiénes realmente nos “marcan”? Los que consideramos han sido buenos y también los que nos han hecho daño.

Los primeros porque:

- Nos han enseñado la magnitud que tiene la bondad en el ser humano, extendiéndonos una mano amiga para levantarnos en los obstáculos y superar los altibajos de las aceras del a vida.
- Nos impactaron con el poder reconfortante de un fuerte abrazo tras cierto tiempo sin ver a esa persona querida, gritando con ese gesto un ¡Aquí estoy contigo!
- Escuchándonos se convirtieron en los mejores depósitos de nuestros dolores, porque pocas veces acudimos a ellos para hablar de nuestras alegrías. Y a pesar de ello, fueron capaces de dejar a un lado sus tristezas para convertirse en médicos de las nuestras.
- A pesar de la distancia de alguna forma buscaban manifestarse como PRESENTES en nuestras vidas, y no como elementos del pasado pisado y de un futuro desconocido. Ya sea un email reenviado en cadena, un mensaje de texto con un simple ¿cómo estás?, un emoticon por el Messenger o escribir en el muro del Facebook. Los medios están, debemos usarlos.
- Las veces que se veían se encargaron de recordarnos lo importante que somos en sus vidas con frases como gracias por venir, me encantó compartir contigo, el tiempo se pasó rápido, gracias por todo…Siendo agradecidos ante aquellas pequeñas grandes cosas.
- No nos reprochan nuestro abandono y entienden que estamos atareados con el trabajo y la familia, cosa que a veces nosotros mismos no somos capaces de comprender.
- Están pendientes de los eventos importantes y no tan relevantes de nuestro día a día, de cómo nos fue en el trabajo, cómo seguimos del malestar que teníamos, si resolvimos el problema que le comentamos…sencillamente se interesan por saber cómo estamos.
- Viven con nosotros las alegrías como si fueran suyas, las celebran, las disfrutan y se encargan de mantener viva nuestra felicidad. Así como sufren nuestras aflicciones y se sienten en la necesidad de buscarles soluciones y ayudarnos a resolverlas.

Continuará…

sábado, 27 de septiembre de 2008

Aceras en construcción

Caminar por las aceras de la ciudad se ha hecho imposible porque casi todas (por no pecar de exagerada y decir todas) están destruidas y en “remodelación”. Eso me recordó los típicos letreros que dicen: Disculpe las molestias causadas, trabajamos por su comodidad. A mi juicio están trabajando por su comodidad los que aspiran a cargos de elección popular en noviembre, no en vano han vuelto la ciudad “patas pa´rriba” arreglando lo que se fue destruyendo por años.

En medio de el ruido que causa el perforar de las calles que buscan mejorar estas caminerías del hombre de a pie, siento que ese vivir en aceras en construcción es un reflejo de que vivimos en un país joven y que está construyendo su futuro. ¿Quiénes son los artífices de estas estructuras de concreto que simulan las bases de una gran torre? Quien más que todos y cada uno de los ciudadanos que transitan esa infinita vía llamada historia y que escriben con el sonar de sus pasos lo que será recordado por las futuras generaciones.

Cada quien aportará lo que se proponga a ese país en construcción: aspectos negativos como la intolerancia, la violencia, la impaciencia, la agresión física y verbal, la división, el resentimiento, la soberbia, el egoísmo…han desbordado las calles del territorio en un duro enfrentamiento con los valores que forman parte de nuestra identidad nacional, como la tolerancia, la paciencia, la amabilidad, la unión, la sinceridad, la colaboración y entrega hacia los demás.

Al tiempo que uno colabora como constructor de su patria, se siente útil y que de alguna manera le está retribuyendo todas las bendiciones concedidas. Esto comienza por sentirse dueños de esta gran propiedad y no sólo transeúntes que no les importa lo que ocurra porque mañana la abandonarán. Es sentirse como un eslabón importante de la cadena de desarrollo del país, cuyo aporte es imprescindible para la buena marcha del mismo y que nadie puede suplantar.

Ya que somos parte de ese proceso de construcción, en nuestras manos está el hacer que la obra final esté perfecta, sin grietas y huecos que se abran con el pasar del tiempo, y que le dan inestabilidad e inseguridad a ese tránsito por la vida. Tratemos que esas caminerías estén libres para recorrer y que sirvan de encuentro con esas otras personas.

No sólo somos artífices de las aceras del país, sino las de nuestras vidas. Cada quien asume libremente y como decisión personal qué características tendrá el camino a recorrer en su vida.

Si serán pasos firmes y seguros con la intención de reafirmarse como personas, o si la regla será “como va viniendo vamos viendo”, en una constante improvisación que se dedica a tapar los huecos con pañitos calientes, y no a perforar hasta llegar el fondo del problema y atacarlo de raíz.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Los colores del corazón

El Diccionario de la Real Academia Española plantea como una de las definiciones de color “carácter peculiar de algunas cosas”, es decir, una cualidad que distingue a uno de otro. Si consideramos esta definición para aplicarla al ser humano logramos divisar que sí es posible decir que cada hombre tiene un carácter peculiar, cada ser es “único e irrepetible”. ¿Qué significa esto? Que al crearnos, Dios nos atribuyó cualidades específicas que no se repiten en otro ser y que nos hacen personas, no miembros de una especie. ¿Hablamos sólo de diferencias físicas? No, porque también somos distintos en pensamientos, cultura, educación, familia y todo el entorno donde se va configurando nuestra personalidad.

¿Qué implicaciones tiene que cada seamos únicos e irrepetibles? Que vamos a tener divergencias con los otros, a pesar de las coincidencias, cada quien ve las cosas desde un punto de vista diferente y por más que trate de explicarlo al otro será difícil verlo con plena claridad. Sin embargo, esto no significa que sea imposible llegar a acuerdos y concretar puntos en común, por el mismo hecho de ser racionales estamos en el deber de orientarnos a intercambiar puntos de vista y alcanzar acciones en pro del bien común. Es un reto conseguir coincidencias en medio de las divergencias, y esto será posible sólo en la medida que seamos capaces de sacrificar con amor y en silencio nuestros intereses para alertar nuestros sentidos (escuchar, observar, entender) sobre lo que las otras personas nos manifiestan.

El hecho de ser diferentes como los colores no debe ser un obstáculo en las relaciones humanas, sino un camino que se inicia para recorrer juntos y conocernos los unos a los otros. En esa interacción nos enriquecemos al ver que cada uno tiene virtudes en potencia que se pueden desarrollar si se unen los esfuerzos.

Cuando pensaba en “los colores del corazón” venía a mi mente la belleza del arcoiris que gracias a la diferencia de sus tonos resultaba llamar nuestra atención, y no por ser homogéneo. Igual el mar que es azul pero tiene infinitas tonalidades, el verde de las montañas, lo rojo de nuestra sangre, el color de nuestros ojos, cabello y piel, el marrón de la tierra, lo negro de la noche, lo radiante del sol, el pigmento de las flores…entre miles de ejemplos que nos demuestran la belleza de la diversidad como producto de una convivencia sana entre los elementos que componen la realidad. Y en las relaciones humanas es similar porque al interactuar unos con otros como seres sociales que somos nos damos cuenta de la belleza que encierra cada quien en su singularidad.

Donde cada corazón tiene una coloración diferente y capaz de darle luminosidad al otro, y cada uno de nosotros tiene un rayito de luz para poner en la vida de quienes nos rodean. Asumamos el compromiso de ser luz en medio de la oscuridad, aceptando las diferencias y no tomándolas como desventajas sino como oportunidades de conocernos y ser mejores juntos.

Para tejer los recuerdos de “abre tu corazón” con esta convivencia veo cómo en esa apertura a los demás permitimos que entren en el nuestro, corazones tan distintos y que son parte de nuestra vida. Además, el corazón de cada uno se irá tiñendo según sus intenciones de ayudar y de cumplir con el compromiso asumido que pasó de nuestros labios, a los oídos de los asistentes, al video, al papel y deberá concretarse en acciones.


Amigos de “los colores del corazón” que Dios los bendiga.

sábado, 30 de agosto de 2008

Haciendo nuestros recuerdos

Era un viernes temprano.
Tres generaciones compartiendo un café.
Una representa la esperanza en el futuro y las metas por cumplir (la nieta).
La otra ilustra la estabilidad y madurez con los ojos puestos en esa esperanza (la hija).
Mientras la última es la sabiduría que otorgan los años vividos y todo lo aprendido (la abuela).
Ésta no era de mucho hablar, pero esa mañana dijo unas palabras que sonaron como profecía: con nuestras acciones estamos haciendo nuestros recuerdos. ¿Cómo hacer nuestros recuerdos, si son hechos del pasado que rememoramos? Se refería a que cada ser humano forja, en su día a día, la manera en que será recordado cuando ya no esté vivo, o cuando pierda el contacto con algunas personas.

Si somos buenos, así quedaremos grabados en la memoria de quienes nos conocieron. Cual escultor que va perfeccionando su técnica, el hombre va tallando esa imagen que lo identificará para siempre. En sus palabras, acciones y pensamientos está construyendo los recuerdos que no se olvidarán jamás, porque son evocados por la memoria.
¿Qué quiere decir que hacemos nuestros recuerdos? Que somos constructores de nuestra propia historia, que cada palabra o hecho quedará escrito en nuestra autobiografía sin necesidad de que amerite la escritura formal de un texto que verse sobre ello, porque se escribe con las notas vivas del día a día.
Cuando alguien fallece, por cualquiera que sea la circunstancia, además de conversar sobre las causas de la muerte, los conocidos suelen referirse a las características que tenía como: era un excelente padre, fue una muy buena hija, era un vecino servicial, nunca olvidaré la vez en que me ayudó a…son tantas las frases hechas que saltan al tapete tanto para hablar de las virtudes del difunto, como de sus defectos. Esas descripciones son los recuerdos que ha dejado, la última imagen que permanece en la memoria, irá desvaneciendo con el paso de los años y según se vaya marchitando la memoria humana como las hojas de un árbol.

Recuerdos en vivo

En una de esas maravillosas convivencias en las que he participado me preguntaban ¿cómo quieres ser recordada después de muerta? Y lo dije en ese momento, pero de qué sirve hacer esa proyección a futuro si no trabajo a diario en ese bonito recuerdo que quiero dejar. ¿Por qué esforzarse en hacer recuerdos en vivo? Porque nadie querrá heredar una mala imagen, sino ser mencionado como un gran ser humano y no hay manera de serlo sin un esfuerzo en vida, porque después no hay nada que hacer. Es como una rosa que en vida se esfuerza por demostrar su belleza, porque sabe que tras ella nacerán miles más iguales o mejores.
Dedicamos tanto tiempo y dinero a hacer recuerdos materiales de fechas especiales como bautizos, primera comunión, quince años, matrimonios y otros tantos eventos que son parte de la vida, pero no pensamos en hacer el mejor recuerdo de LA VIDA que es el mejor acontecimiento y bendición que hemos recibido. Los recuerdos materiales pasan de moda y se desechan, pero la obra que dejamos y la huella positiva que marcamos permanece a través del tiempo.

Sobre la acera de la vida seamos artífices de una biografía llena de virtudes y abundante de relaciones humanas enriquecedoras. Vayamos construyendo con pasos firmes esa radiografía que dejaremos para ser queridos en vida y dejar una huella de indeleble bondad después de la muerte.

miércoles, 20 de agosto de 2008

Aceras vacías



La costumbre de ver las calles llenas de gente sobre las aceras, cruzando la calle, los motorizados y vehículos forma parte de mi rutina diaria. Pero al encontrarme en otras latitudes tengo una percepción distinta al estar en calles muy limpias, semáforos que funcionan, personas que respetan las leyes de tránsito, aceras en buenas condiciones, pero que son poco transitadas.

El andar a pie es sustituido por los vehículos dejando pocas probabilidades para el encuentro humano que se da al caminar por las calles. ¿Dónde se encuentra uno con los vecinos? ¿Cuándo ayuda a un viejito a cruzar la calle? Las oportunidades de ese contacto que se da en las aceras se ven disminuidas porque la rapidez de vida va sobre cuatro ruedas y a mil por hora.

Si bien cada cultura tiene su estilo, sus gustos y colores, las tormentosas aceras que recorremos a diario en esta tierra de gracia nos llevan a un encuentro obligatorio con la realidad. ¿Por qué? Esas caminerías imperfectas, donde hay que esquivar a los motorizados, a los indigentes que duermen en ellas, donde los huecos y obstáculos no se hacen esperar, permiten a cada persona salir de “su mundo” para encontrarse “con el mundo”.

En esta transición de un lugar a otro se da un espacio para pensar que nuestros problemas no son tan graves como pensamos, o mejor dicho, que NO son problemas. Y al encontrarnos con alguien conocido nos detendremos a saludar y conversaremos sobre el trabajo, la salud o la familia en el camino hacia ese destino al que deseamos llegar. Pero si cada quien va ensimismado en su carro, con sus ventanas arriba, hablando solo o pensando en voz alta. Si las personas son sustituidas por máquinas que hacen el trabajo rápido y bien, e interactuamos con sistemas automatizados pulsando opciones hasta lograr lo que queremos. ¿Dónde nos encontraremos con la gente?

miércoles, 23 de julio de 2008

La grandeza de las cosas pequeñas


Hoy 24 de julio de 2008, hace exactamente 26 años, Dios me dio la vida y con ella tantas bendiciones, empezando por mis padres, mis hermanos, mis familiares, mis amigos...mucho más de lo que merezco. Con todas estas personas he compartido momentos maravillosos de alegrías y celebraciones, otros no tan felices pero siempre con la fortaleza que transmite una mano amiga o un abrazo. Es común decir que en los momentos difíciles es que se reconoce quiénes realmente están ahí para dar apoyo incondicional, pero yo creo que en el día a día, en medio de la rutina, de los estudios y el trabajo, en medio del ruido que nos atormenta, siempre hay gestos que nos reafirman lo maravilloso que es el ser humano.

El hombre no es un ser con dos patas que anda por ahí, habla (o grita) y come...no! Es una "persona" que piensa y siente, y como tal se caracteriza por una donación hacia los demás, es decir, que se entrega por otros sin esperar nada a cambio y es ahí donde plenamente es humano.
Muchas veces cuando queremos dejar una buena impresión o llamar la atención de alguien nos esmeramos en hacer grandes cosas cual superhéroes al rescate de la humanidad, o a complicarnos rebuscando qué hacer para quedar bien. Sin percatarnos de que hay mil formas de llegarle al corazón a alguien mostrándonos de manera transparente tal cual somos y con esa naturalidad haremos grandes cosas, producto de pararnos sobre la acera y ver hacia atrás el camino recorrido.

Una de las grandes cosas que me ha impactado en esos momentos donde me detengo lejos del tránsito vehicular, es todo el bien que podemos hacerle a alguien demostrándole nuestro apoyo, incluso sin estar físicamente, porque el ser humano no se reduce a lo sensitivo como los animales, sino a lo racional y que por esto es capaz de almacenar en su memoria los recuerdos de quienes lo quieren.

El estar consciente de eso es suficiente para sentir la presencia de esos seres queridos que se han ganado con "pequeñas" cosas nuestro corazón, y que con amor (arma infalible) han convertido en oro lo que estaba muerto. Gracias a cada una de esas personas cuyos gestos, palabras, mensajes, consejos, miradas, abrazos, sonrisas, lágrimas, me han motivado a pararme sobre la acera y darme cuenta de las maravillas que han hecho por mí.

Gracias infinitas a Dios por darme más de lo que merezco, a mis padres por amarme tanto, a mis hermanos por enseñarme tantas cosas, a mis amigos por ser parte de mi familia y a todos los que me han demostrado lo mucho que se puede hacer con esos detalles mínimos que cuestan tan poco, pero cómo añaden valor y dan una razón para seguir caminando sin prisa sobre la acera de la vida.

miércoles, 2 de julio de 2008

Mirada perdida en el mar

Muchos de los momentos en que me he parado en la acera, sobre una embarcación, pude percibir las maravillas de la naturaleza: los árboles, las montañas, los animales, el cielo, la luna, las estrellas, el mar...pero especialmente éste me sorprende cada vez que lo tengo cerca. Cuando observo su fortaleza, su magnitud, su infinitud, su profundidad y extensión que determinan las diferentes tonalidades que adquiere, ahí se reafirma en mí la idea de que semejante elemento de la naturaleza sólo pudo haber sido creado por un Ser Superior, Dios.




El mar es el hábitat de miles de especies capaces de trasladarse por esos litros infinitos de agua, plantas e islas que reposan sobre esta "estructura líquida" sin hundirse; objetos fabricados por el hombre como lanchas, botes y cruceros inmensos ruedan con firmeza por sus largas extensiones y siempre nos da la impresión de que no termina. Pareciera que esa línea lejana que simula el final del mar, donde se unen agua y cielo, es el punto máximo a donde se puede llegar pero no es así, siempre hay más y más por recorrer.



¿Qué me dice esto? Que nunca dejará de sorprenderme lo perfecto que es el mar, el efecto de paz que transmite la brisa mientras observo a lo lejos y deposito en él las esperanzas y la tranquilidad que se puede convertir en estampida ante un obstáculo (como ocurre con las olas y las rocas). Todo este escenario penetra los sentidos sin necesidad de estar dispuesto a ello: el sonido de las olas y las gaviotas, el olor a salitre, sentir la brisa y la suavidad de la arena, ver las tonalidades del agua y saborear su nivel de sodio. Es una gran experiencia sensorial que conecta al ser humano con la naturaleza y lo traslada a ese espacio e reflexión sobre la acera acuática.

viernes, 27 de junio de 2008

¿Por qué sobre la acera?

Una vez dada la bienvenida de rutina...ya puedo ahondar en las razones que me hicieron abrir este blog hoy 27 de junio de 2008 a minutos de que terminara el día del Periodista, ya que sentía esa necesidad de exteriorizar a través de la web todo lo que se me pase por la mente.
¿Por qué sobre la acera?
Quizás lo dijo algún filósofo famoso, político, profesor, amigo, colega...pero estar sobre la acera para mí significa un Parado, Stop, Alto, Deténte, Semáforo en rojo y todo lo que se parezca para hacer una pausa en el camino para pensar.

Me dirán: pero siempre estamos pensando, no debemos pararnos en una acera para dedicarnos exclusivamente a esa actividad humana que tanto nos atormenta como pensar, sin la cual actuaríamos como bestias salvajes.

Pararse sobre la acera es subirse a un lugar que suele ser sinónimo de seguridad cuando transitamos en la calle (a menos que se atraviese algún motorizado abusador), representa vía libre para caminar sin la presión de los carros, es pararse a uno de los lados y no estar en la "mitad" para ser arrastrado, es como alejarse de la avalancha de vehículos para ver las cosas desde esa pequeña tarima que nos da una mejor visión de los hechos. También la acera representa el sitio de espera para que nos busquen o el lugar donde nos dejan.
¿Y para qué me interesa montarme sobre la acera si puedo estar cómodo en mi carrito con aire acondicionado? Porque ahí es donde crecen los árboles, donde nos detenemos a saludar a un amigo, nos paramos a despedirnos de mamá, ayudar a un anciano a cruzar la calle o esperar que escampe tras una fuerte lluvia.

Esa necesidad de detenerse suena contradictoria en un mundo donde hablamos cada vez más de velocidad, rapidez, inmediatez e instantaneidad...pero al formar parte de esa avalancha nos perdemos de tantas cosas maravillosas que están ocurriendo a nuestro alrededor, tan cerca y a la vez tan lejos.

En este refugio virtual quiero depositar los pensamientos y reflexiones que se producen en mí cuando me detengo sobre la acera para asombrarme de la realidad, analizarla, vivirla y sentirla en todo su esplendor. Espero sus comentarios y los invito a detenerse de vez en cuando y de cuando en vez Sobre la acera

Mary Kelzi

Estoy sobre la acera!!

Buenas noches!

Feliz día del periodista, un gran día para que haya nacido este blog donde me paro sobre la acera a reflexionar, pensar, meditar, esperar, correr...y compartirlo en este medio, bienvenidos