sábado, 27 de septiembre de 2008

Aceras en construcción

Caminar por las aceras de la ciudad se ha hecho imposible porque casi todas (por no pecar de exagerada y decir todas) están destruidas y en “remodelación”. Eso me recordó los típicos letreros que dicen: Disculpe las molestias causadas, trabajamos por su comodidad. A mi juicio están trabajando por su comodidad los que aspiran a cargos de elección popular en noviembre, no en vano han vuelto la ciudad “patas pa´rriba” arreglando lo que se fue destruyendo por años.

En medio de el ruido que causa el perforar de las calles que buscan mejorar estas caminerías del hombre de a pie, siento que ese vivir en aceras en construcción es un reflejo de que vivimos en un país joven y que está construyendo su futuro. ¿Quiénes son los artífices de estas estructuras de concreto que simulan las bases de una gran torre? Quien más que todos y cada uno de los ciudadanos que transitan esa infinita vía llamada historia y que escriben con el sonar de sus pasos lo que será recordado por las futuras generaciones.

Cada quien aportará lo que se proponga a ese país en construcción: aspectos negativos como la intolerancia, la violencia, la impaciencia, la agresión física y verbal, la división, el resentimiento, la soberbia, el egoísmo…han desbordado las calles del territorio en un duro enfrentamiento con los valores que forman parte de nuestra identidad nacional, como la tolerancia, la paciencia, la amabilidad, la unión, la sinceridad, la colaboración y entrega hacia los demás.

Al tiempo que uno colabora como constructor de su patria, se siente útil y que de alguna manera le está retribuyendo todas las bendiciones concedidas. Esto comienza por sentirse dueños de esta gran propiedad y no sólo transeúntes que no les importa lo que ocurra porque mañana la abandonarán. Es sentirse como un eslabón importante de la cadena de desarrollo del país, cuyo aporte es imprescindible para la buena marcha del mismo y que nadie puede suplantar.

Ya que somos parte de ese proceso de construcción, en nuestras manos está el hacer que la obra final esté perfecta, sin grietas y huecos que se abran con el pasar del tiempo, y que le dan inestabilidad e inseguridad a ese tránsito por la vida. Tratemos que esas caminerías estén libres para recorrer y que sirvan de encuentro con esas otras personas.

No sólo somos artífices de las aceras del país, sino las de nuestras vidas. Cada quien asume libremente y como decisión personal qué características tendrá el camino a recorrer en su vida.

Si serán pasos firmes y seguros con la intención de reafirmarse como personas, o si la regla será “como va viniendo vamos viendo”, en una constante improvisación que se dedica a tapar los huecos con pañitos calientes, y no a perforar hasta llegar el fondo del problema y atacarlo de raíz.

viernes, 19 de septiembre de 2008

Los colores del corazón

El Diccionario de la Real Academia Española plantea como una de las definiciones de color “carácter peculiar de algunas cosas”, es decir, una cualidad que distingue a uno de otro. Si consideramos esta definición para aplicarla al ser humano logramos divisar que sí es posible decir que cada hombre tiene un carácter peculiar, cada ser es “único e irrepetible”. ¿Qué significa esto? Que al crearnos, Dios nos atribuyó cualidades específicas que no se repiten en otro ser y que nos hacen personas, no miembros de una especie. ¿Hablamos sólo de diferencias físicas? No, porque también somos distintos en pensamientos, cultura, educación, familia y todo el entorno donde se va configurando nuestra personalidad.

¿Qué implicaciones tiene que cada seamos únicos e irrepetibles? Que vamos a tener divergencias con los otros, a pesar de las coincidencias, cada quien ve las cosas desde un punto de vista diferente y por más que trate de explicarlo al otro será difícil verlo con plena claridad. Sin embargo, esto no significa que sea imposible llegar a acuerdos y concretar puntos en común, por el mismo hecho de ser racionales estamos en el deber de orientarnos a intercambiar puntos de vista y alcanzar acciones en pro del bien común. Es un reto conseguir coincidencias en medio de las divergencias, y esto será posible sólo en la medida que seamos capaces de sacrificar con amor y en silencio nuestros intereses para alertar nuestros sentidos (escuchar, observar, entender) sobre lo que las otras personas nos manifiestan.

El hecho de ser diferentes como los colores no debe ser un obstáculo en las relaciones humanas, sino un camino que se inicia para recorrer juntos y conocernos los unos a los otros. En esa interacción nos enriquecemos al ver que cada uno tiene virtudes en potencia que se pueden desarrollar si se unen los esfuerzos.

Cuando pensaba en “los colores del corazón” venía a mi mente la belleza del arcoiris que gracias a la diferencia de sus tonos resultaba llamar nuestra atención, y no por ser homogéneo. Igual el mar que es azul pero tiene infinitas tonalidades, el verde de las montañas, lo rojo de nuestra sangre, el color de nuestros ojos, cabello y piel, el marrón de la tierra, lo negro de la noche, lo radiante del sol, el pigmento de las flores…entre miles de ejemplos que nos demuestran la belleza de la diversidad como producto de una convivencia sana entre los elementos que componen la realidad. Y en las relaciones humanas es similar porque al interactuar unos con otros como seres sociales que somos nos damos cuenta de la belleza que encierra cada quien en su singularidad.

Donde cada corazón tiene una coloración diferente y capaz de darle luminosidad al otro, y cada uno de nosotros tiene un rayito de luz para poner en la vida de quienes nos rodean. Asumamos el compromiso de ser luz en medio de la oscuridad, aceptando las diferencias y no tomándolas como desventajas sino como oportunidades de conocernos y ser mejores juntos.

Para tejer los recuerdos de “abre tu corazón” con esta convivencia veo cómo en esa apertura a los demás permitimos que entren en el nuestro, corazones tan distintos y que son parte de nuestra vida. Además, el corazón de cada uno se irá tiñendo según sus intenciones de ayudar y de cumplir con el compromiso asumido que pasó de nuestros labios, a los oídos de los asistentes, al video, al papel y deberá concretarse en acciones.


Amigos de “los colores del corazón” que Dios los bendiga.